Más allá del grano: el café como vínculo que llega al alma

El café como ritual social

En Costa Rica y en muchos rincones del mundo, tomar café no es solo una cuestión de sabor o energía. Es un gesto cotidiano que abre puertas, conecta miradas, y teje conversaciones.

Decimos “tomémonos un cafecito” como quien dice “te quiero acompañar o escuchar”. No importa si es de especialidad o si lo sirvieron en taza como de acilo (llena de raspones): a veces, lo que llega al alma no es la bebida… sino la compañía.

El valor está en el momento, no solo en la taza

Como apasionado del café de especialidad, puedo hablarte de variedades, procesos de beneficio, tuestes, notas sensoriales, perfiles de acidez y cientos de detalles más.
Y sí: todos son importantes. Hablan del trabajo detrás, del productor, del origen, de la intención.

Pero he aprendido que hay momentos donde nada de eso pesa tanto como la presencia de quien se comparte la mesa, la barra y el momento.

He tomado cafés extraordinarios, analizando cada característica sensorial y táctil pero también he tomado cafés sencillos, tal vez pasados de tueste o con azúcar y hasta crema, en tazas que hoy recuerdo con una sonrisa y mucho amor.
¿Por qué? Porque estaba con alguien que hizo ese momento inolvidable.

La memoria no siempre recuerda solo el sabor… pero sí la emoción

Hay tazas que se olvidan, aunque sean perfectas. Y hay otras que se quedan para siempre, aunque el café no haya sido memorable.

Recuerdo una conversación que cambió mi vida y también recuerdo esas tardes frescas que nos acompañábamos en silencio viendo el horizonte con una taza de café y no sé qué marca de café era solo sé que esos instantes no volverán.
No recuerdo la molienda, ni la receta, ni si era un natural o un honey.
Pero sí recuerdo el silencio cómodo entre sorbos. Las risas. La honestidad. El abrazo que cerró ese encuentro.

Ese café llegó al alma y no por el grano.

El equilibrio: técnica con alma

Claro que seguiré hablando de cafés complejos, de fermentaciones cuidadas, de cosechas únicas.
Porque el conocimiento también dignifica al producto.
Pero nunca voy a olvidar que el café también es puente, no solo bebida.

A veces, el valor real no está en la taza…
Sino en quién la sostiene en frente.

Este texto nace de muchas tazas compartidas. Algunas con cafés especiales; otras, con café sencillo servido en loza vieja, pero siempre con historias, consejos y silencios que aún me acompañan.
Gracias, Neto, que me enseñaste que el café no solo se bebe: se comparte.
Gracias por cada momento, cada sorbo, cada palabra.
Este artículo, y muchas de mis pasiones, llevan tu nombre entre líneas.

Dedicado en memoria a Ernesto Calderón.

“Hay tazas que despiertan sentidos. Y otras que despiertan memorias.”
Javier Calderón Padilla

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